La evolución de Monterrey como una metrópoli que se reinventa a través de los años es explorada en la exposición La Ciudad de las Montañas, que reúne las obras de Pablo López Luz, Gerardo Montiel Klint, Alejandro Cartagena, Eunice Adorno y Adela Goldbard. Se inaugura el jueves 26 de noviembre, a las 19:30 horas en la Fototeca Nuevo León del Centro de las Artes (interior del Parque Fundidora).
La muestra concentra proyectos de cinco fotógrafos convocados por Manuel Riveros. Cada artista presenta sus lecturas sobre Monterrey, desde sus raíces como una ciudad rodeada de cerros en la que se desarrolló la industria, hasta su actualidad como una gran metrópoli influenciada por el estilo de vida de los Estados Unidos y que puede confundirse con cualquier urbe.
La Ciudad de las Montañas está integrada por proyectos de los artistas que se encuentran en diferentes etapas o bien de investigaciones más amplias. Si bien la base es la fotografía, en sus trabajos se expanden a otras disciplinas
Pablo López Luz, Gerardo Montiel Klint, Alejandro Cartagena, Eunice Adorno y Adela Goldbard ofrecen sus miradas de Monterrey como una alternativa a través de la que nosotros podemos encontrar otras narrativas ajenas a los estereotipos.
La exposición no deja de resaltar aspectos de todos conocidos. La impresión en el imaginario colectivo de una ciudad referente por su cultura de trabajo y productividad o características sociales como el consumismo o la cultura del privilegio al automóvil en el trazo urbano.
LA EXPOSICIÓN
Pablo López Luz
Serie Monterrey, 2015 / Serie Frontera, 2014
Impresiones cromógenas
Una de las series presenta un trabajo que podría ser el inicio de un ensayo paisajístico de Monterrey a la manera de los viajeros del siglo XIX. En una imagen vemos la Huasteca cubierta de neblina, misteriosa e imponente, al lado una carretera que marca un camino trazado por el hombre. En otras imágenes, tomadas desde un punto de vista vertical, se capturan escenas urbanas de conocidas esquinas del centro de la ciudad. En ellas parecen colisionar el pasado y el presente, como en la imagen del estudio de revelado fotográfico que nos habla de una cierta nostalgia. La serie Frontera en cambio, nos devela los límites artificiales existentes con Estados Unidos como si fueran dibujos trazados en el desierto, líneas abstractas que en nuestra cultura conforman fronteras reales.
Gerardo Montiel Klint
Amoniaco, 2015
Impresiones cromógenas y video
Durante su niñez el artista pasaba temporadas de visita en Monterrey con una familia dueña de una fábrica de amoniaco. Asumiendo la fotografía como una construcción subjetiva, con esta obra nos cuenta una historia ficticia donde una fuga de amoniaco resulta en un posible desastre ecológico. La calavera como arquetipo universal marca la presencia de la muerte como un evento inevitable, sin embargo, el paisaje con el Cerro de la Silla bañado en colores chillantes nos remite a una naturaleza envenenada. Las naturalezas muertas como otra forma de vanitas también nos recuerdan el carácter efímero de la vida, pero al ser de plástico, no morirán. La industria deja de ser el símbolo del progreso para convertirse en un peligro, quizá fruto de nuestra propia naturaleza humana.
Alejandro Cartagena
Ríos de poder, 2015
Mesa con documentación, impresiones,
fotomural y videos
El título hace alusión a un tema recurrente en la obra de Cartagena: el desarrollo urbano como instrumento de poder y los efectos de este sobre el entorno social y natural. Una línea de tiempo imaginaria que presenta imágenes fotográficas sobre el Río Santa Catarina a manera de documentos, incluidos los videos transmitidos en las noticias posteriores a los huracanes. El río como centro de vida que dio paso a la ciudad, protagonista de su historia, reflejo de la fuerza de la naturaleza y la mano del hombre, del transcurrir del tiempo y de la memoria de sus habitantes. El artista lleva tiempo trabajando con los ríos; comenzó retratando los riachuelos fuera de la ciudad hasta llegar al centro. Con este proyecto busca vincular varios momentos históricos de un mismo lugar y abrir un espacio de interpretación a partir de lo sensible, pues es allí donde es posible construir un verdadero sentido de identidad.
Eunice Adorno
A qué venimos (de la serie Desandar), 2015
Hilo bordado sobre tela. 4.80 x 2.00 mts. y audio
Mujer Moderna (Publicación)
A qué venimos consta de un estandarte negro que resuena con los utilizados por distintos movimientos anarquistas a partir de 1880, y que en esta ocasión intenta evocar una constelación de conflictos que se advierten tanto en el pasado como en el presente de México: las huelgas, el exilio, la protesta, el anarco feminismo, la lucha social, a la muerte, al duelo y al luto. Bordadas en negro sobre la tela se leen las siguientes palabras de Andrea Villarreal escritas hace 109 años en el periódico Mujer Moderna: “Porque en estos momentos la rebeldía es la salvadora del mundo que se pudre en el pasivismo abyecto”. El contacto con esta consigna es un choque de tiempo: Andrea no se refleja en el estandarte, sino que su voz se re significa en esa frase casi invisible, como sus huellas en los archivos borrados de la nación. Puesto que la rebeldía propuesta por ella no era individual sino colectiva, cinco mujeres fueron invitadas a leer su texto y escribir desde sus propios feminismos y sus luchas. Los acompaña una grabación en audio del trabajo de la bordadora que realizó el texto a máquina sobre el estandarte. Esta pieza es parte de una serie titulada Desandar, que rastrea y busca recuperar las figuras de mujeres anarquista y revolucionarias mexicanas del siglo XX.
Adela Goldbard
El Sacrificio, 2015
Video y esculturas
En 2010 la artista viajó a Monterrey como parte de un proyecto basado en el libro On the Road de Jack Kerouac, donde la carretera recuperando chatarra industrial en un ejercicio cuasi arqueológico de reconstrucción. El interés en cuestionar las relaciones del hombre con los objetos que produce y el paisaje como escenario donde se funden la ficción y la realidad la ha llevado a desarrollar una obra de carácter cinematográfico. Hace un trabajo de locación en exteriores y eligiendo grabar de noche para crear atmósferas donde la luz es un factor central. El Sacrificio reconstruye una estética cercana al film noir o al expresionismo alemán, narrando la historia del desmantelamiento de un coche en una chatarrera. Las piezas del vehículo que alguna vez recorrió la ciudad se presentan en la sala de exhibición como objetos de contemplación o trofeos, a la manera del crimen organizado cuando exhibe las partes del cuerpo de sus víctimas.