Los hijos del Sol
Cuenta la leyenda rarámuri que en el origen, el Sol y la Luna eran dos niños vestidos con pencas de maguey, que vivían en una casita techada con ramas de arbustos de campo, sin luz ni compañía. Por eso crearon a los tarahumaras, “para no estar tan solitos”.
En aquellos tiempos, Onorúame, dios del Sol, luego de crear el mundo quiso probarlo. Para ello tomó varias mazorcas, las desgranó y con el maíz formó una figura de hombre a la que sopló tres veces para darle vida. Posteriormente hizo a la mujer, a quien le dio cuatro soplos de su aliento, ya que necesitaría más fuerza para parir a sus hijos. Así creó la raza del maíz.
Al mismo tiempo, en el reino de la oscuridad, el hermano del Sol (es decir, el diablo), molesto y envidioso del nacimiento de los rarámuri, quiso tener su propia creación, pero como en su reino no había maíz, modeló una figura de ceniza a la que le dio un soplo para vivir, entonces nació el hombre blanco o chabochi.
La leyenda de Bassaseachi
En tiempos inmemorables, Candameña era el amo y señor de la Alta Tarahumara. Tenía una hija llamada Bassaseachi, de extraordinaria
belleza.
Muchos hombres aspiraban a ella, por lo que el padre les impuso una serie de pruebas. Cuatro de ellos las superaron: Tónachi, señor de las cimas; Pamachi, el de más allá de las barrancas; Areponápuchi, el de los verdes valles, y Carichí, el de las filigranas de la cara al viento.
Sin embargo, en la última prueba que Candameña les impuso todos murieron. Bassaseachi, desesperada, se arrojó al abismo. Su caída se transformó en cascada por la poderosa magia del brujo del lugar. Desde entonces, su cuerpo no ha dejado de fluir por las profundidades de la barranca.
Nunca se supo de Candameña, la tristeza lo invadió y desapareció, aunque muchos creen que su espíritu vaga por la barranca en busca de su amada hija.
Ahora el visitante puede conocer la cascada de Bassaseachi, la cual es considerada como una de las más altas del país, con 246 metros de caída libre, además de contar con una vereda de 2 km que permite a los excursionistas descender al fondo de la misma. |