Los caminos que conectaban a las misiones formaban una red que enlazaba territorios muy amplios, siempre en apoyo a la acción colonizadora.
Dos son las rutas principales de las misiones de Chihuahua. Una referida a El Camino Real, que unía el centro del virreinato con su extremo hacia el norte en Nuevo México; y la segunda, que unía las misiones jesuitas de Sonora con las del centro y sur de la Nueva Vizcaya.
Al proceso de colonización se sumó la participación de los misioneros franciscanos desde 1554, y de los jesuitas en el siglo XVII, cuando el actual estado de Chihuahua estaba constituido en su parte suroeste por lo que se conocía como la región de Chínipas, mientras que el resto del territorio se dividía entre la Alta y Baja Tarahumara. La zona de influencia de estos misioneros estaba bien definida, pero no por división geográfica sino con base en un criterio cultural. A los franciscanos les correspondía atender a los indios conchos y a los grupos del desierto de la porción este, en tanto que los jesuitas se encargaban de tarahumaras, tepehuanes y otros grupos del suroriente.
Los franciscanos y jesuitas que fundaron, construyeron y administraron las misiones en lo que es ahora el estado de Chihuahua, pertenecían a una tradición cultural en la que la arquitectura monumental, las imágenes y objetos que ahora llamamos arte, eran fundamentales.
A continuación se presentan las cinco misiones seleccionadas, así como el municipio al que pertenecen, con el fin de que el visitante pueda apreciar su riqueza patrimonial, debido a que son edificaciones que representan la memoria y la herencia histórica. Además, la información del municipio apoya al viajero en su recorrido por la Sierra Tarahumara.
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