Los pueblos y civilizaciones generan numerosos bienes culturales, entre objetos y edificaciones, que adquieren significado y relevancia con el paso del tiempo y conforme se desarrollan los procesos históricos de las naciones. Esta herencia física que se refleja en monumentos históricos y otras manifestaciones del arte constituye el patrimonio cultural material.
En esta ocasión se presenta el valor patrimonial a partir de misiones jesuitas y franciscanas establecidas en la Sierra Tarahumara. Se han escogido cinco de la amplia variedad de misiones, con el propósito de ofrecer una muestra representativa de su riqueza e importancia patrimonial. También se incluye un cuadro con el resto de las misiones en la sierra, con las distancias y tiempos estimados de viaje, con el fin de que el visitante pueda optar por los itinerarios que mejor se ajusten a sus necesidades.
La misión de las misiones
El norte novohispano implicó todo un reto para la colonización. La inmensidad del territorio y las condiciones extremas del clima implicaron siglos en el proceso de poblamiento, durante el cual las misiones jugaron un papel fundamental. El establecimiento de una misión no sólo implicaba la propagación de la fe, sino la transmisión de una manera de ver el mundo en medio de montañas y desiertos. Por ello, los vestigios misionales representan testimonios de la conformación social y cultural del actual norte mexicano, además de un legado histórico de patrimonio cultural edificado con espléndidas muestras de arte.
El estado de Chihuahua cuenta con el mayor número de vestigios misionales en México y también es reflejo de la complejidad del proceso de colonización del norte de la Nueva España. Las culturas que prevalecen en la majestuosa Sierra Tarahumara asimilaron algunos elementos de fe y nos muestran ahora el sincretismo y la autenticidad que las hace únicas. Esta es una manera en que la grandeza del estado de Chihuahua nos permite identificar el patrimonio cultural, material e inmaterial, en su contexto territorial.
Los religiosos que llegaron al norte de la Nueva España tenían la idea de convertir a los pobladores al cristianismo, por ello fundaron colegios y ciudades en las villas que se establecían para estos fines.
Para lograr su propósito, acompañados de grupos armados, ofrecían a los indígenas protección de la Iglesia y de la Corona española a cambio de recibir educación cristiana. Aquellos que aceptaban se unían para construir una misión, la cual pronto se convertía en un refugio para los indígenas, además de centro de aprendizaje de técnicas europeas de agricultura y otros oficios.
Una vez establecida la misión, se daba origen al poblado y de esta forma los misioneros emprendían sus viajes a otras regiones con los mismos propósitos. La congregación se componía de una iglesia y a su alrededor se construían casas de adobe para los frailes evangelizadores, soldados y familias nativas. También se edificaba una escuela, en donde se enseñaba la religión, a leer y a escribir en castellano. Contaban con terrenos de labranza, caminos, canales de riego, cría de ganado, cultivo de vegetales y actividad artesanal. En suma, establecían y desarrollaban una primitiva estructura económica. |