La convivencia entre el hombre y el agave generó una cultura que supo aprovechar esta planta para diversos usos, que data de 10 mil años y que se domesticó hace aproximadamente 3 mil 500 años.
En el extenso territorio de Mesoamérica se aprovecharon las diversas especies del metl o agave silvestre para distintos usos. Sus largas fibras cocidas eran separadas y utilizadas para confeccionar sogas, mantas, alpargatas, así como prendas de vestir. A su vez, el papel que se obtenía de su pulpa fibrosa se utilizaba para la elaboración de códices y ofrendas. Las pencas también eran necesarias como tejas para los techos de sus casas y las espinas de éstas se usaban como agujas, alfileres, clavos y puntas para flechas, además de que los fluidos que emanaban de las pencas eran utilizados como bálsamos medicinales.
Los métodos de cultivo se fueron perfeccionando a través del tiempo, lo que creó una cultura agrícola de origen prehispánico que aún hoy prevalece.
De acuerdo con la información obtenida en códices y vestigios arqueológicos, los indígenas utilizaban durante el proceso de cultivo diversos tipos de herramientas. Una de las más importantes era la coa, instrumento de origen neolítico que consistía en un bastón de madera con una punta de piedra afilada que servía para aflojar la tierra y permitir la siembra. Hoy esta herramienta, aunque modernizada, todavía se utiliza. |