Ambientes culturales y
mundos mediáticos
Héctor Gómez Vargas
Universos en expansión
Las formas de denominar una serie de realidades en el mundo actual tienden a emplear términos que van más allá de lo conocido: la modernidad se ha desbordado, la globalización se ha desbocado. Quizá un término que puede sintetizar lo que sucede es el empleado por Jaques Attali como hipermundo, que parte del mundo virtual que ingresa no reemplazando, sino expandiendo al mundo real.
Los mundos mediáticos son uno de esos universos en expansión. En su interior hay mundos dentro de mundos que en sus incesantes interacciones y modificaciones propician no sólo que ellos se expandan, sino que el universo lo haga, y aparezcan otros más. Esto puede apreciarse en el paso de los medios tradicionales a lo que ahora se llama nuevos medios de comunicación, donde hay una integración con las nuevas tecnologías de la información, que tantos cambios han propiciado en la interacción y organización de la sociedad y de los individuos, así como en las habilidades y competencias de los mismos sujetos frente y a través de las tecnologías de la información y de la comunicación.1
Estas nuevas presencias, y su accionar en diferentes realidades, mundos sociales y culturales, obligan a la reflexión sobre cómo dar cuenta de las transformaciones culturales, sobre la misma tecnología y las audiencias o públicos que entran en contacto con ellas.
El desarrollo actual del cine, como industria, tecnología y estética, ofrece pistas para explorar esos mundos, pues no sólo nos habla del paso de los medios tradicionales a los nuevos medios sino también de la manera en que se han interrelacionado con otros mundos mediáticos, y han propiciado en los últimos años un diálogo interesante que se materializa en la estética y los sistemas narrativos.
Ambientes culturales
Desde hace un buen tiempo el mundo está en transición. No es un proceso reciente sino lejano, donde incluso se percibe un aliento histórico que en varias ocasiones se olvida. Sin embargo, de unas cuantas décadas a la fecha el motor de la historia se ha acelerado y muchas cosas han cambiado de manera evidente y definitiva.
Los cambios significan una modificación de la totalidad del mundo y esto implica varias cosas. No sólo el mundo está interconectado y puede respirar con un mismo o simultáneo aliento, sino que con ese impulso el factor local se ha activado y ha comenzado a actuar. Lo local entra en procesos de bifurcación a partir de los procesos históricos de su configuración inicial y desde ahí se suma a lo global. Es por ello que el entorno del mundo se hace también múltiple, con realidades varias y en paralelo. Con esto la dimensión cultural se hace presente y actuante, no sólo porque se hace visible en lo global, sino también como un factor de comprensión y construcción del mundo social.
La dimensión cultural ha llevado a entender la manera como se producen, distribuyen y consumen las formas simbólicas en la sociedades. Esto a su vez ha insertado al factor comunicación como un elemento por medio del cual se han realizado los principales procesos de diferenciación para la organización y la reproducción de lo social. La comunicación es la síntesis del empleo de una tecnología que configura un tipo de percepción, de construcción so-cial de la realidad, y de una organización de mundos de sentidos que organizan a la sociedad y a las intersubjetividades. La tecnología de la comunicación o de la información ha tenido la fuerza y la capacidad de realizar esas síntesis e impulsar nuevos cambios en la organización del todo social, y las respuestas llevan a considerar a los medios de comunicación y a las nuevas tecnologías de la información como los principales productores de formas simbólicas que se distribuyen y se consumen en diversos entornos sociales.
Sin embargo, hay tres procesos importantes a considerar en este reconocimiento. Primero, que las anteriores tecnologías o formas de comunicación no desaparecen, sino que se reorganizan dentro de un sistema de comunicación social; segundo, que en la aparición y desarrollo de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías de la información hay una historia que se va desarrollando más por una progresión orgánica, genealógica, que por una trayectoria lineal y secuencial; tercero, que el mundo de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías ha crecido y se ha expandido, ha creado múltiples interrelaciones tanto con otros sistemas sociales, como en su propio interior. Si bien puede verse al mundo de los medios de comunicación como una nueva superestructura social, también es importante ver que ha pasado de ser un sistema a una ecología, un sistema que contiene sistemas varios. Su ambición es la totalidad, mundos dentro de mundos.
Mundos mediáticos
En una entrevista con Anthony Giddens, se le preguntó cuáles eran los factores clave que estaban enfrentando los sociólogos en los inicios del siglo XXI. Después de señalar que actualmente vivimos en un mundo de cambios un tanto dramáticos, Giddens expresó que había tres factores fundamentales a los que se enfrentan ahora: el primero se refiere al impacto de la globalización, principalmente en lo tocante a la interdependencia, la posibilidad de que el mundo esté, instantánea y simultáneamente, en todas partes. Esto no es únicamente un factor económico, sino también cultural por la presencia, revolución y acción de los medios de comunicación, que permiten no sólo que las distancias y el espacio social se modifiquen, sino que también lo haga la vivencia temporal. En el segundo, la influencia de los cambios tecnológicos ha alterado muchas de las actividades humanas y sociales (un ejemplo serían las transformaciones en el mundo laboral). El tercero son los cambios en la vida cotidiana, donde las vidas comienzan a ser estructuradas menos en relación con el pasado que con la anticipación del futuro. Hay un impacto que se aprecia más en las sociedades industrializadas, en donde los hábitos, tradiciones y costumbres juegan un rol menor en las nuevas generaciones que en las anteriores.
Una importante observación a lo expresado por Giddens se refiere a la presencia y el accionar de los medios de comunicación en la conformación de un mundo globalizado. Esto se ha hecho patente no sólo en la dimensión económica y política de la globalización, sino también en la cultural. Además, por su vínculo y convergencia con las nuevas tecnologías de la información, se ha venido formando un sistema tecnológico más amplio, en diferentes niveles, con escalas que también se interrelacionan con la vida social, es decir, lo que la gente está viviendo en estos días. Con la globalización no sólo se están dando cambios dramáticos a nivel de sistemas y estructuras, sino también en la vida diaria de la gente.
Si bien con los procesos de internacionalización la misma noción de cultura ya era cuestionada debido a que su eje de comprensión estaba ligada a un territorio, a un espacio, con la globalización ha sido cuestionada más profundamente a partir de que los escenarios cambian principalmente porque de sus conceptualizaciones emanaba un centralismo, un estatismo y una linealidad que impedía ver las realidades múltiples y diversas, cambiantes y aceleradas, como se está conformando actualmente la vida social, como está ocurriendo en las ciudades del mundo que comienzan a vivir a partir de procesos de des-ordenamientos, des-centramientos y des-urbanización.
La cultura mediática ha ido poblando y conformando mundos mediáticos, y en ellos un factor decisivo son los tipos de interacción y los sistemas de relaciones emergentes que se dan a partir del tipo de tecnología de comunicación y de información que se puede emplear. John B. Thompson señalaba que uno de los mayores impactos de los medios de comunicación se daba en las interacciones sociales que propiciaban. Los medios de comunicación propiciaban dos nuevos tipos de interacción que se sumaban al cara a cara: la cuasi mediada y la mediada, donde en la primera es necesaria la presencia de una tecnología para la comunicación entre las personas y por lo mismo hay una separación en el contexto espacial pero no en el temporal, y donde el tipo de interacción tiende a darse de manera unidireccional, monológica; la segunda implica que la interacción se da por medio de la misma tecnología, y por lo mismo tiende a ser dialógica e implica la separación de los contextos espaciales y temporales.
Mundos dentro de mundos
Pensemos en una casa cualquiera y en el tipo de equipamiento de tecnología tanto de comunicación como de información que hay en su interior. Revisemos sus diferentes espacios y en cada uno observemos dónde está ubicada cada tecnología, la cantidad y el tipo de tecnología. Después tengamos un mapa global de toda la casa. De este ejercicio hay varias cosas importantes: la primera sería la gran cantidad de tecnología que hay en una casa; la segunda es la gran diversidad de tecnología tanto de comunicación como de informa-
ción; la tercera que cada espacio tiene una diversidad de tecnologías, de acuerdo con la estrategia familiar de equipamiento, en función de la cantidad de habitantes, el rol en la estructura y dinámica familiar, los espacios disponibles, las personas que tienden a ocuparlos y las relaciones que en cada espacio tienden a realizarse. Desde el punto de vista del equipamiento tecnológico una casa es un micromundo.
Pero si hacemos lo mismo con varias casas el panorama se mueve, la mirada se hace más compleja y permite observar una serie de elementos que intervienen en el equipamiento tecnológico y en la dinámica familiar por y con la tecnología. De entrada se observa que hay una serie de elementos y tendencias comunes, pero que se desarrollan y se viven de manera diferenciada. Las casas son un mundo donde habitan mundos varios y las casas son mundos dentro de mundos. |