Zacatecas

Conocida como la ciudad con "Rostro de cantera y corazón de plata", la ciudad de Zacatecas es una de las diez ciudades mexicanas que han sido distinguidas como Patrimonio de Mundial por parte de la Unesco, en virtud de su valioso patrimonio cultural colonial que hace la delicia de los turistas.

Templo de Santo Domingo

El visitante encuentra en Zacatecas una ecléctica combinación de atracciones, ya que mientras que varios de los pacíficos callejones y edificios coloniales ofrecen una grata experiencia de quietud; esta gema colonial tiene para la aventura dos de las mejores experiencias turísticas: un viaje por abajo de la tierra a una mina de plata y un teleférico que se balancea por un cable por encima de la ciudad.

Tiene un clima predominantemente seco, aunque sus veranos son gratamente templados y de mañanas frescas. Su temperatura promedio anual oscila en los 17° C.; los meses más fríos son de noviembre a enero, y las lluvias se presentan por los meses de junio a septiembre. Tal vez fue precisamente su aislamiento de las metrópolis coloniales lo que permitió que esta ciudad fundada en 1546 sea una las mejor conservadas de todo el continente. Además de sus atractivos coloniales, Zacatecas se destaca como una de las ciudades a la que acuden los turistas para admirar sus museos, entre los que se encuentran: Pedro Coronel, con su increíble repertorio de arte universal; Rafael Coronel, y su extraordinaria colección de máscaras mexicanas (más de 10 mil); Manuel Felguérez, de arte abstracto y excepcional museografía; Francisco Goitia, exponente de los grandes talentos plásticos zacatecanos y; el De Guadalupe, relicario de la más importante pinacoteca virreinal de México.

Mina del Edén

Adicionalmente, en los entornos de este destino hay otras insospechadas alternativas turísticas interesantes de descubrir como las zonas arqueológicas: “La Quemada” (mejor conocida como “Chicomostoc”) y, “Alta Vista” (en Chalchihuites); la cautivante población de Jerez, declarada en el 2007 “Pueblo Mágico”; además de los extraordinarios y asombrosos paisajes naturales que ofrecen las Sierra de Órganos, de Sombrerete y la Sierra de Cardos, en Jerez. Este listado sin duda alguna quedaría incompleto si no se incluyera a dos de sus más conocidos atractivos, como lo son: la Mina “El Edén” y el Teleférico, los cuales provocan de manera particular un excepcional interés entre los visitantes. Zacatecas es hoy día uno de los destinos turísticos más frecuentados de México, con una importante oferta de servicios y facilidades para congresos y convenciones, con hoteles únicos en su clase y originalidad, como el “Quinta Real” (inscrito en una antigua plaza de toros del s. XIX) y, el “Mesón de Jobito”, igualmente apropiado en una pintoresca vecindad de ese período los cuales, por sus particulares características, se suman al conjunto de atractivos que identifican a la ciudad.

Teleférico

Por siglos, Zacatecas sirvió como frontera norte del Imperio Español del Nuevo Mundo. Cruzadas religiosas se aventuraron al hostil territorio del norte de la entonces denominada Nueva España (incluyendo hasta lo que ahora es el sur de Estados Unidos. La riqueza de esta ciudad y su posición estratégica fueron codiciadas por facciones en guerra durante casi todo el siglo XIX. En 1914, una de las más grandes batallas militares de la Revolución Mexicana fue llevada a cabo ahí, cuando las tropas de Pancho Villa derrotaron un ejército de 12,000 soldados bajo las órdenes del General Huerta.

A diferencia de otras ciudades coloniales, Zacatecas, debido a su ubicación en un barranco, tiene una calle principal (Av. Hidalgo) que corre de sur a norte a través del centro de la ciudad; comienza en el sur pasando por abajo de un bello acueducto de la era colonial y continúa hacia el norte por la Plaza de Armas, después por el centro y al final por el Ex-convento de San Francisco (Museo “Rafael Coronel”). El paseo por esta ciudad ofrece la experiencia de vivir una época pasada, en donde el tiempo “perdura vivo”, pues se ha quedado contenido en la magia de sus edificios, en sus retorcidas callejuelas, en sus añosas puertas, en los sonidos de las campanas de sus iglesias, en los largos y silenciosos pasillos de sus monasterios y en sus múltiples historias.