Son característicos las torres campanario (alminares) y arcos en herradura; muros de
ladrillo y yeso o ladrillo y cerámica; las techumbres de madera y suelos de azulejos; y los “patios andaluces” inspirados en la concepción musulmana del paraíso: suelen
tener alguna fuente o pozo de agua, macetas con enredaderas, flores o incluso cítricos.
Destacan las piezas decoradas con lacerías (por ejemplo en mobiliario y puertas conservadas en diversos puntos de nuestra geografía), y los techos, ya sea planos (alfarjes) o a dos aguas, cuya profundidad aumenta por el efecto de los motivos abstractos y geométricos muchas veces entrelazados, propios de la estética musulmana; también los instrumentos de cuerda y su decorado con incrustaciones de hueso o concha con –otra vez– motivos geométricos.
Enorme refinamiento alcanzó la talla de celosías y estucos con motivos heráldicos, lazos, estrellas, sucesión de arcos superpuestos (mocárabes), y caligrafías.
De clara herencia mudéjar, a México llegó la técnica cerámica mayólica, de la cual la Talavera es un tipo, y el uso de azulejos en suelos y arrimaderos.
El parentesco de la cerámica marroquí y la mexicana es evidente. A la izquierda, cerámica producida en Fez; a la derecha, una pieza poblana.
Coordinación Nacional de Patrimonio Cultural y Turismo
Paseo de la Reforma 175. Piso E-4, Del. Cuauhtémoc. Tel. 41 55 07 00, www.conaculta.gob.mx/turismocultural
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