Los Ejes Temáticos
Para una mejor comprensión del guión curatorial, la exposición Cicatrices de la fe. El arte de las misiones del norte de la Nueva España, 1600-1821, se divide en una introducción, seis ejes temáticos y uno dedicado a la restauración:
Lugares y culturas: Para 1750 había centenares de misiones entre los pueblos indígenas en todo el norte de la Nueva España. Los franciscanos se ubicaron en el occidente y al norte de Zacatecas y llegaron hasta las llanuras de Texas.
Los jesuitas, por su parte, se encargaron de los indígenas de las tierras fértiles de las cuencas de los ríos que fluyen hacia el Pacífico, en Sinaloa y Sonora, en la Sierra Madre occidental y sus laderas orientales, además de Baja California, después de 1697.
Hacia 1769, los franciscanos ocuparon muchas de las antiguas misiones jesuitas y fundaron otras más en la Alta California, con la idea de convertir a los indígenas en buenos cristianos y súbditos de la Corona española.
El territorio abarcado por las misiones era vasto, de geografías y climas muy variados, con indígenas que eran muy diferentes entre sí: había grupos sedentarios, seminómadas y nómadas, que hablaban distintos idiomas.
Los sueños de los misioneros (alegorías e historias): Las misiones cumplían un papel fundamental en el proyecto español de dominación, basado en una visión providencialista de la historia, en la que España era llamada a proteger y difundir la religión cristiana. Además de ser un propósito de la monarquía, las misiones norteñas fueron una empresa criolla que respondía a los deseos de los nativos indígenas y de origen europeo del centro de la Nueva España.
Por su parte, los operarios de las misiones, franciscanos y jesuitas, se apoyaban en sus propias historias e ideales. Los franciscanos recordaban que su santo fundador había viajado a Egipto y que ellos habían sido los primeros misioneros en América. Con frecuencia en el arte usaban alegorías y símbolos para explicar su papel. Los jesuitas pregonaban el heroísmo de sus santos, especialmente Francisco Xavier, el Apóstol de las Indias y modelo de misioneros, el más representado de todos en el arte.
La producción artística promovida por las órdenes misioneras llama a reflexionar sobre la experiencia de la vida del misionero. Se representaban a individuos heroicos en tierras lejanas o vacías de presencia humana. Se contrastaba a los misioneros con personajes exóticos o salvajes. Y se les mostraba haciendo milagros y como vencedores, aún en el martirio y en la muerte.
Imágenes misioneras: Los misioneros viajaban con representaciones religiosas y cada misión también requería de imágenes. A menudo estas pinturas o esculturas fueron representaciones que tenían fama de milagrosas. Ellas mismas eran consideradas misioneras, porque se creía que protegían a los cristianos y actuaban para convertir a los indígenas y conservar las misiones. Entre los franciscanos predominaba la imagen de Cristo crucificado, pero todos los misioneros además llevaban consigo imágenes de la Virgen María, cuya presencia reconfortante les ayudaba a seguir adelante. Los jesuitas en particular introdujeron imágenes milagrosas europeas, como las Vírgenes del Pópulo, de Loreto, de la Luz y del Refugio.
En este proceso, los indígenas integraron a sus cosmovisiones imágenes de la Virgen, de Cristo y de algunos santos, con base en sus principios masculinos y femeninos que regían la vida y la muerte. Tampoco les fue extraño el uso de objetos sagrados que simbolizan la presencia de la divinidad, no muy diferentes, en el fondo, de algunos usos de imágenes de la tradición cristiana.
Liturgia y celebraciones: La liturgia se realizaba desde el inicio de cualquier misión, porque era una necesidad para los propios misioneros y los demás cristianos que los acompañaban. Algunos objetos usados para el rito eran esenciales en la tradición cristiana europea, por ejemplo: los cálices, los candelabros y el vestuario. Conforme las misiones se volvían más permanentes y prósperas y aumentaba el mestizaje, también se ampliaban las ceremonias y fiestas. Muchos de estos objetos fueron importados a las misiones desde diferentes partes del virreinato y del mundo, mientras algunos se hicieron en las propias misiones con materiales, técnicas y mano de obra locales.
Arte en las misiones: imágenes para misiones franciscanas: En las iglesias de las misiones, desde el principio, hubo crucifijos y pinturas de los santos patronos. Con el tiempo, adquirieron más imágenes en técnicas, materiales y estilos diferentes, tanto icónicas como narrativas. Todas servían para hacer presente lo ausente y recordar la trascendencia de la existencia humana.
Los misioneros no escatimaban esfuerzos en el adorno de sus templos. Siempre hubo algún tipo de retablo, improvisado, pintado o tallado, según permitían las condiciones de cada lugar. Por lo general, las pinturas fueron mandadas a hacer en México. Hubo pintores renombrados en la capital que trabajaron para las misiones: Juan Correa, Antonio de Torres, Francisco Martínez, Nicolás Rodríguez Juárez, Miguel Cabrera y José de Páez, entre otros. Las misiones propiciaron el establecimiento y la difusión de algunas tradiciones artísticas, como la de los retablos, pintados sobre lienzos, entre los jesuitas, o el estilo neoclásico en las misiones franciscanas de la Alta California. En algunos lugares, se desarrollaron tradiciones propias, derivadas de la adaptación de tradiciones nativas a las necesidades del culto cristiano.
A pesar de las destrucciones del tiempo y del hombre, la cantidad y calidad de obras de arte, todavía en uso, en las misiones del norte es notable. En ambos lados de la actual frontera entre México y Estados Unidos de Norteamérica queda mucho por apreciar, estudiar y conservar.
Las artes indígenas en las misiones: Las comunidades indígenas del norte aprendieron muy pronto que llevar cruces les podía proteger de la muerte. Las misiones también ofrecieron la oportunidad de recomposición social; parte importante de ésta fue la relación directa con la producción cultural y artística. Los indígenas fueron partícipes de las ceremonias y fiestas en las misiones, así como las obras de construcción, el desarrollo de nuevas tradiciones artísticas y artesanales, y el apoyo a los misioneros en sus trabajos lingüísticos, etnohistóricos y cartográficos. Aunque muchos de los cuadros en las misiones parecen haber llegado desde talleres capitalinos, en el Nuevo México y probablemente en Sonora, se hicieron pinturas sobre pieles de animales, que era una tradición indígena, como lo era cierto tipo de pintura mural. Se sabe que los nuevos cristianos pronto aprendieron a utilizar herramientas europeas para tallar la madera y eventualmente a hacer muebles, retablos y esculturas. En Sonora quedan algunas esculturas en piedra probablemente de mano indígena. Las habilidades para los trabajos textiles y de cestería en las misiones fueron muy renombradas.