
La buena literatura de terror nunca deja al lector indiferente: Bernardo Esquinca

Nacido en Guadalajara (1972), en una familia donde la poesía y la narrativa fue compartida por su hermano mayor y su padre, Bernardo Esquinca presenta en
Mar negro 10 historias breves que empiezan con situaciones cotidianas que se enturbian con anomalías, por ejemplo, la búsqueda de un departamento para rentar en la Ciudad de México o un viaje de trabajo a Chetumal, Quintana Roo.

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Mar negro se apoya en el precepto de que el miedo es lo que más perturba y lo que más estimula la imaginación, principalmente el miedo a lo que desconocemos; es decir, aquello que vemos en sus manifestaciones, pero cuyo origen o significado no entendemos¨, cuenta el narrador, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

Para Esquinca, uno de los componentes centrales de la literatura de terror es la creencia de que existe un ¨más allá¨. En uno de sus cuentos llamado
Mar de la tranquilidad, océano de las tormentas, el narrador explora el poder de las palabras de un esquizofrénico y la manera como sacuden a su joven primo.

¨Una de las ideas de la literatura de terror es compartir miedos, del autor con el lector y que este último se dé cuenta que puede encontrar un espejo donde sus miedos, terrores y angustias, tienen un interlocutor y no es que esté loco o necesite ir a un manicomio, sino que los miedos muchas veces son compartidos por toda la especie humana¨, comentó el escritor, protegido del frío por una barba oscura y un sombrero, en un café de la colonia Roma, desde el cual se miran decenas de casas de principios del siglo XX.

Entrevistado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, señaló que técnicamente es difícil trabajar con el misterio, pues cuando éste se revela del todo puede provocar decepción. Añadió que una de las aspiraciones de los escritores de terror es generar en los lectores una especie de hechizo y lograr que su historia deje girando ese hechizo, mucho tiempo, en la mente de los lectores.

¨Es difícil pensar qué efecto puede tener un cuento de terror en un lector, pero supongo que este tipo de historias pueden confrontar al lector con sus propios miedos y no puede quedar indiferente. Creo que la literatura más poderosa es la que cuestiona la realidad. La literatura que deja al lector indiferente no es buena¨, añadió el autor de las novelas
Belleza roja (2005),
Los escritores invisibles (2009) y
La octava plaga (2011).