Santa Clara del Cobre, Michoacán Ciudad que ha conservado la tradición artesanal del cobre a través de generaciones. Este metal está íntimamente ligado a la esencia de Santa Clara. De las ricas vetas de Opopeo e Inguarán se extraía ya el cobre desde tiempos inmemoriales. Los pobladores purépechas ya trabajaban el cobre para fabricar adornos y herramientas. Cada artesanía es única porque no utilizan moldes ni maquinarias, todo es a base de calor, martillazos y mucha creatividad e ingenio. La mano de obra y la creatividad de los artífices michoacanos son mundialmente reconocidas por moldear con cincel, martillo y marro cualquier trozo de cobre y que pueden dar vida a cualquier simple pedazo de metal hasta convertirlo en una verdadera obra de arte. Con base en la técnica del martillado, manos expertas dan forma a todo tipo de artículos de uso cotidiano, decoración y ornamentación. |
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Reconocido por la Secretaría de Turismo como Pueblo Mágico en 2010, se convierte en el cuarto municipio michoacano que forma parte del selecto grupo de estos pueblos. Pasear por las calles empedradas de este Pueblo Mágico de tanto sabor tradicional, permite al turista disfrutar de sus fachadas típicamente michoacanas que aún conservan su antigua imagen de estilo arquitectónico colonial, con casas típicas de climas fríos y abundantes lluvias: Muros de adobe entre calados, guardapolvos color ladrillo y techos de dos aguas con teja de barro. No puede dejar de visitar la plaza principal, presidida por un impresionante kiosco de techo de cobre refulgente bajo el sol y el Templo de Santa Clara. Coincidiendo con las festividades en honor a Santa Clara (patrona del lugar), se celebra la Feria Nacional del Cobre, un evento que reúne a los principales artistas y orfebres. Cada a;o desde 1965, se lleva a cabo el concurso de Cobre Martillado, donde compiten alrededor de 800 piezas elaboradas con diferentes técnicas. Entre las características que hacen valiosa y de buena calidad la artesanía de Santa Clara se encuentran: modelos o piezas únicas, hechos a mano de manera tradicional, lo que le ha dado reconocimiento nacional e internacional. |
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Fueron manos purépechas las que con el rojizo metal dieron forma al pebetero que en 1968 albergó a la llama de los Juegos Olímpicos. Hoy en día, los talleres artesanales, en su mayoría familiares, comparten con los turistas su elaborada técnica y para quienes resulta todo un espectáculo el trabajo de ocho o más artesanos que a golpe de marro trabajan juntos para crear los famosos cazos, enormes calderos utilizados en la cocina tradicional entre otras piezas. |
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