PRESENTACIÓN
El Concepto de Itinerario Cultural surge a raíz de la inclusión, en 1993, del Camino de Santiago en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO. El hecho inició una reflexión científica en torno a un nuevo concepto cultural, que se ha ido desarrollando a lo largo de la última década, en el seno del Comité Internacional de Itinerarios Culturales (CIIC) del ICOMOS.
El Itinerario Cultural es toda ruta de comunicación terrestre, acuática o de otro tipo, físicamente determinada y caracterizada por poseer su propia y específica dinámica y funcionalidad histórica que reúna las siguientes características:
Ser resultado y reflejo de movimientos interactivos de personas, así como de intercambios multidimensionales, continuos y recíprocos de bienes, ideas, conocimientos y valores dentro de un país o entre varios, y regiones a lo largo de considerables periodos, y haber generado una fecundación múltiple y recíproca de las culturas en el espacio y en el tiempo que se manifiesta tanto en su patrimonio tangible como intangible.
Es necesario evitar caer en el tópico, muy generalizado, de considerar itinerarios culturales a los que no reúnen todas estas características, confundiéndolos con otro tipo de recorridos o itinerarios, por ejemplo, los meramente turísticos y geográficos, que no hayan generado un patrimonio derivado de intercambios culturales mantenidos durante un período considerablemente largo. Tampoco pueden confundirse con los itinerarios culturales la mera asociación intelectual de elementos patrimoniales similares, e incluso coetáneos.
El especialista Jordi Tresserras comparte en estas páginas un rico y acucioso estudio sobre las rutas e itinerarios culturales en Iberoamérica, mientras que Ernesto Barrera analiza las rutas alimentarias y cocina una ingeniosa estrategia cultural para el desarrollo rural en México.
Nos acercamos también al tema de las rutas culturales porque, con la certera guía de los especialistas que concurren en esta edición, arribamos a una muestra de recorridos de especial contenido patrimonial que sirven como ejes de difusión de la relación cultura-territorio-identidad en México, resultado de un proceso histórico, compartido y dialéctico.
Destaca el caso de El Paisaje Agavero y las Antiguas Instalaciones Industriales de Tequila, Jalisco, recientemente declarada como Patrimonio Mundial por parte de la UNESCO, en la categoría de Paisaje Cultural. El potencial turístico de la región hoy es detonado por un referente cultural, que abre la perspectiva del necesario trabajo interdisciplinario e intergubernamental para emprender las acciones que requiere el plan de turismo sostenible para este paisaje cultural. Contar con reglamentos municipales comunes, una ley específica para la región y el amparo de las leyes federales concurrentes serán buenas herramientas. Sin embargo, pensemos que es una región dinámica donde los usos sociales del patrimonio pasan por lo cotidiano. Aquí está una de las líneas más interesantes de trabajo que habremos de seguir desde cada una de nuestras responsabilidades.
El análisis de estos itinerarios o, en su caso, rutas del patrimonio cultural, nos remite invariablemente a la necesidad de articular políticas públicas entre los sectores de cultura y turismo. Una de estas políticas comunes tiene que ver con el impacto del turismo en el desarrollo social y, con ello, el reconocimiento de la diversidad cultural de los pueblos y comunidades receptoras de turismo, donde el patrimonio cultural tangible e intangible está presente. En este sentido, el ejercicio responsable del turismo como vía para la preservación y el conocimiento del patrimonio cultural y los derechos humanos sustentados en la diversidad, es una de las principales líneas de acción que continuaremos impulsando desde estas páginas.
Nos interesa detallar el valor histórico y cultural de esos itinerarios o rutas, pero también los retos y compromisos que derivan para su preservación y el mejor aprecio de la rica variedad de patrimonio cultural con que contamos los mexicanos.
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