Luis Enrique Ramírez nació en Culiacán, en 1963. Se inició en el periodismo en 1980, estudió en la Escuela de Comunicación Social de S
Publicado | 1994 |
Páginas | 236 pp. |
tiraje | 1000 ejemplares |
ISBN | 968-29-6599-3 |
Los títulos se distribuyen en
Librerías Educal, consulta existencia.
La muela del juicio
Luis Enrique Ramírez
En este libro se pueden encontrar entrevistas publicadas en los diarios Noroeste de Sinaloa, El Financiero, El Nacional y La Jornada, a diversas personalidades de México como el ex presidente José López Portillo, el polémico Francis, la rebelde Gloria Trevi, los artistas Rufino Tamayo, Chavela Vargas, Angélica María, y la entonces exiliada Elena Garro.
El reportero metiche
Luis Enrique Ramírez tiene el don de crear una historia en torno a cada uno de sus entrevistados. Los envuelve en atmósferas de su invención. Cada personaje le sugiere un universo distinto, un teatrino en el que él jala los hilos, hábil titiritero. Difícilmente el entrevistado percibe que ha sido atado con filamentos invisibles; luego de diez minutos de conversación empieza a moverse de acuerdo con la voluntad de Luis Enrique.
Ya nadie sabía nada de la legendaria Chavela Vargas, todos la daba por muerta cuando Luis Enrique la encontró en el bar El Habitó. Al principio creyó que se trataba de una alucinación etílica, pero más tarde decidió corroborar el espectro con la realidad y, grabadora en mano, la siguió a Ahuatepe junto con el fotógrafo Pedro Valtierra, su insuperable compañero de entrevistas. Luis Enrique siempre encuentra el modo de llegar y llegarle a la gente. Elena Garro lloró en su hombro y, por medio de él, reveló sus secretos a un México pendiente de cada una de sus palabras luego de 20 años de exilio.
Venció la desconfianza de Francis, el travesti, a quien el morbo que rodea su vida le hace guardar prudentemente distancia frente a los periodistas; lo dejó develar el misterio de su transfiguración de hombre a mujer en los camerinos del Teatro Lirico. López Portillo le dijo que para él era un honor que le dijeran "perro" porque es el animal más valiente de la zoología, y reconoció que guardaba culpas pero que era feliz por tener a su lado a Sasha. Angélica María, luego de deslumbrarlo con la aureola de estrella rutilante que baja la escalera de su palacio en Las Lomas, se declaró del lado de los guerrilleros y acabó llorando por la sangre derramada en Chiapas.