Homenaje de la comunidad del INAH y el IPN a Eusebio Dávalos, en el centenario de su nacimiento
Comunicado No. 1826/2009
30 de octubre de 2009
***Médico y antropólogo, dio un fuerte impulso a la creación de museos en todo el país y a proyectos de rescate arqueológico

Médico y antropólogo de profesión. Generoso y exigente cuando ocupó puestos de responsabilidad, hombre preocupado por la educación y apasionado defensor de la mexicanidad. Ese fue el retrato que de su personalidad y ejercicio profesional, fue plasmado durante el homenaje que le rindieron las comunidades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN), al doctor Eusebio Dávalos Hurtado (1909-1968), en el centenario de su natalicio.
Reunidos en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, representantes de ambas instituciones, en las que transitó a lo largo de su vida en calidad de estudiante, profesor o funcionario público y en las que dejó una huella que hasta la fecha se mantiene indeleble. Ahí se dieron cita también familiares, amigos y estudiantes.
Para el arquitecto Luis Ortiz Macedo, ex director del Instituto Nacional de Bellas Artes y uno de los más prestigiosos especialistas en restauración de monumentos, Eusebio Dávalos ha sido el más importante impulsor en materia de creación de museos y de importantes proyectos arqueológicos, a lo largo de los 12 años en que fungió como director general del Instituto Nacional de Antropología, cargo que ocupaba al momento de su muerte.
En este sentido, se refirió a la labor que desplegó para la creación del Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, el Museo Nacional de las Culturas en la calle de Moneda, los cuales se inauguraron paralelamente al Nacional de Antropología y el de las maquetas históricas anexo al Castillo de Chapultepec.
Ortiz Macedo agregó que durante la gestión de quien también dirigió la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y el Museo Nacional de Antropología, también se construyeron museos en Mérida, Ciudad Madero, Colima, Chihuahua, Morelia, San Luis Potosí, Villahermosa y Veracruz; además, se desarrollaron importantes proyectos arqueológicos en Teotihuacan y Cholula,
Resaltó que a él se debe la creación del mayor número de museos que se tenga noticia en México y América Latina y también, aunque no se le ha hecho justicia, fue el principal promotor ante el entonces secretario de Educación Pública, Agustín Yáñez, para la promulgación de una nueva Ley de Monumentos Históricos, Artísticos y Arqueológicos que sustituyera a la de 1932, redactada por Manuel Toussaint.
Sin embargo, la muerte le impidió ver concretada su iniciativa, misma que sería aprobada en 1972 con el aval del secretario de Educación Pública, Porfirio Muñoz Ledo y el entonces presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez, quienes le dieron un carácter federal y dejaron al margen a gobiernos estatales, municipales y a la sociedad civil.
El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, negó sumarse al homenaje al doctor Dávalos como amigo o como alumno, sino como un antropólogo que vivió momentos destacados en la vida del INAH, pues muchos de sus logros se debieron en gran medida a la acción del doctor Dávalos y que fue durante su mandato al frente del INAH que se hicieron muchas de las obras que hoy son orgullo de la antropología mexicana.
Indicó que el hecho de que la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia lleve su nombre, “es un justo homenaje para quien fue amigo incondicional de quienes fueron sus amigos; maestro de varias generaciones de antropólogos físicos; impulsor de obras imperecederas. Eusebio Dávalos permanece a través de todas ellas, pues los hombres que son ejemplo para otros, ya por su vida o por su obra, no mueren jamás. Ese es el caso de Eusebio Dávalos”.
José Enrique Villa Rivera, director general del IPN, comparó a Dávalos Hurtado con los grandes hombres del Renacimiento, sólo que en su caso, atado a los tiempos del segundo tercio del siglo XX mexicano. Por un lado se dedicó la medicina que al igual que en el caso de Da Vinci, le permitió descubrir las supremas verdades de la vida y la naturaleza; y por el otro a la antropología, la que lo llevó a maravillarse de la riqueza de las antiguas civilizaciones de México.
Recordó que fue en el IPN donde desarrolló sus dos vocaciones principales: en 1934 se inscribió en la Escuela Nacional de Medicina Homeopática, de la que egresó en 1938 ya como parte de la estructura politécnica; casi de inmediato se inscribió de nuevo, ahora como estudiante de Antropología, en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas que habría de convertirse en la ENAH.
Luis Alberto Vargas Guadarrama, hijo del doctor Luis Vargas, amigo de Eusebio Dávalos, habló del homenajeado como un hombre bueno, honesto y comprometido con su trabajo. Indicó que compartía profesión e intereses con su padre, lo que derivo en una larga amistad que también se vinculó profesionalmente en su trabajo como antropólogo físico.
El antropólogo social Leonel Durán, también subrayó la pertenencia de Dávalos a las comunidades del IPN y el INAH. Hizo especial mención de la creación del Museo Nacional de las Culturas, -del que es actual director- al que Dávalos concebía como un museo del hombre, semejante al del Trocadero en París, sueño que de alguna manera se vio cumplido al poco tiempo.
Finalmente, Luz del Carmen Dávalos Mier, hija del homenajeado y portavoz de la familia, calificó al homenaje como “una deferencia con el gremio de los antropólogos mexicanos, pues haciendo un ejercicio sumario para definir en dos palabras a quien fuera el primer antropólogo mexicano graduado en la ENAH, se sugería que fue un pedagogo de la mexicanidad”.
Manifestó que para su padre, la labor de divulgación no se limitaba a la educación de los educadores “sino a convertir a cada mexicano en un defensor de la mexicanidad, pues decía que lo que no se conoce no se puede defender. Fue un empecinado inductor de su estudio, para que se reconociera como una disciplina particularmente necesaria para nuestro país”.