Recuerdan las haciendas de Toluca del siglo XIX y XX, en historia de Toluca
28 de junio de 2012
Las haciendas del municipio de Toluca desde la época colonial hasta mediados del siglo XX, abonaron a la demarcación un importante avance económico, político y social que marcaron la vida del Valle de Toluca y aún puede admirarse algunos cascos de haciendas que permanecen como testimonio de una época pasada; así lo mencionó el historiador mexiquense Caludio Barrera González, durante la conferencia “Las haciendas de Toluca de principios del siglo XX”, misma que da inicio a la segunda temporada del Ciclo Historia de Toluca.
Las haciendas del municipio de Toluca desde la época colonial hasta mediados del siglo XX, abonaron a la demarcación un importante avance económico, político y social que marcaron la vida del Valle de Toluca y aún puede admirarse algunos cascos de haciendas que permanecen como testimonio de una época pasada; así lo mencionó el historiador mexiquense Caludio Barrera González, durante la conferencia “Las haciendas de Toluca de principios del siglo XX”, misma que da inicio a la segunda temporada del Ciclo Historia de Toluca.
El ponente dividió su ponencia en tres partes: Origen de las haciendas, apogeo del siglo XIX y principios del XX y lo que pasó con esas propiedades.
En la primera parte, se puso de manifiesto que a la llegada de los españoles, las tierras más prosperas estuvieron en manos de los peninsulares y la cuenca del Río Lerma era propicia para ello, de ahí que empezaron a aflorar las propiedades más productivas en esa región.
En 1570 sólo había siete estancias ganaderas dentro del cercado conocido como “la Sabana Grande”, según el testimonio del bisnieto del primer cacique colonial de Toluca, don Cristobal de Rojas Cortés, quien llegó a ser gobernador de Toluca. Entre 1570 y 1636 la población española duplicó la adquisición de tierras para actividades agropecuarias en el área del Marquesado de Toluca.
“La Hacienda fue la organización productiva que predominó en el campo mexicano durante el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX. Entre 1800 y 1828, las haciendas eran prósperas en ganadería y agricultura y las de Toluca eran las más productivas”, dijo el ponente.
Para 1831 y bajo el gobierno de Melchor Múzquiz se aconsejó a los hacendados la división de las tierras y su reparto entre los comuneros, de lo contrario seguirían los conflictos entre hacendados y campesinos sin tierras.
Hacia 1841 había 47 haciendas y ranchos, entre las que destacan La Magdalena, San Nicolás Tolentino, San Diego de los Padres, San José Buenavista, El Cerrillo, La Pila, Calixtlahuaca de Urbina, San Miguel Zacango, La Purísima y La Virgen.
Llegado el siglo XX, las haciendas producían en sus propiedades pulque, cereales, carne, derivados de la leche, granados, azúcar, harina, madera, textiles, papel, jabón, y otras mercancías que marcarían el rumbo de la industrialización.
Tras la lucha armada de 1910, los problemas de los hacendados en lo relativo a sus fincas fueron diversos y abundantes. La lucha por la tierra entre haciendas y pueblos estuvieron presentes de manera constante. A partir de 1915 hasta 1992, la reforma agraria mexicana abrió la posibilidad para aquellos pueblos que habían sido objeto de despojo de sus tierras.
La hacienda de San Diego de los padres, propiedad de la sucesión de Rafael Barbabosa y la hacienda de San Nicolás Tolentino, propiedad de María Cortina de Zubiaur, fueron expropiadas en toda su extensión territorial y otra parte de fraccionó para sus herederos. La hacienda de Jicaltepec, propiedad de Manuel Fernández Pliego fue afectada por la vía de dotación y ampliación de tierras por los pueblos de San Pablo Autopan y San Andrés Cuexcontitlán. La hacienda la Providencia fue propiedad de la sucesión de Josefa Arias de Echegaray, tuvo la misma suerte y amplió los pueblos de San Antonio del Puente y San Andrés.
Otras se convirtieron en ejido como la hacienda La Magdalena y su rancho San Diego, propiedad de Ángela Martínez de Castro de Iglesias y otras más se ampararon y se fraccionaron para evitar su expropiación como la hacienda de San Diego Linares que perteneció a Bernardino Trevilla y Zorrilla.
La hacienda de San José de Juan Henkel pasó por un largo litigio que terminó y ampliación de terrenos de los pueblos y pasaron a manos de sus hijas Emma y Ana Luisa.
El reparto agrario concluyó en Toluca hasta 1953, las tierras estuvieron en litigio o en amparo. La protección de las autoridades a los terratenientes dio por resultado que muchos campesinos mostraran disgusto al sentirse defraudados por la reforma.
Al margen de las situaciones jurídicas, las haciendas impulsaron la economía de Toluca y marcó un modo de vida que queda en la memoria de los muros de los cascos de las haciendas que aún quedan en pie, como la de La Pila, ubicada en el Centro Cultural Mexiquense y el de Zacango, en el Zoológico que lleva su nombre.
El Ciclo Historia de Toluca, se lleva a cabo todos los martes, a partir de las 16:00 horas, en el Archivo Histórico de Toluca, ubicado en la calle de Leona Vicario casi esquina con Lerdo, en el centro de la ciudad de Toluca. La entrada es libre.