Rinden homenaje a Nicolás Moreno, el “pintor ontológico del paisaje de México”
Comunicado No. 1817/2010
11 de noviembre de 2010
***El Auditorio Adolfo Best Maugard del Museo Nacional de Arte fue insuficiente para recibir a los familiares, amigos y seguidores de este creador mexicano
***Se trata de uno de los paisajistas más reconocidos de la plástica mexicana
***“Nunca me sentí heredero de José María Velasco ni del Dr. Atl. Lo único que podría haber heredado de ellos es el amor al paisaje, el amor a la naturaleza”, dijo en entrevista

El pintor Nicolás Moreno (Ciudad de México, 28 de diciembre de 1923) ha plantado su caballete frente a los dilatados horizontes del desierto, lo mismo que delante de las inmensas barrancas de la Sierra Tarahumara. No ha pasado de largo por los caminos que cruzan el Valle del Mezquital, del mismo modo que pintó lo que resta del lago de Xochimilco. “Pinté y pinto todavía árboles, rocas, ríos y cañadas, pedregales y cementeras, nopales y magueyes con el mismo amor”, expresó el creador este miércoles al recibir un homenaje por su trayectoria de 70 años, en el Museo Nacional de Arte del Instituto Nacional de Bellas Artes (Conaculta-INBA).
El Auditorio Adolfo Best Maugard del Museo Nacional de Arte fue insuficiente para recibir a los familiares, amigos y seguidores de este creador mexicano, quien actualmente presenta dos exposiciones organizadas por el INBA: Ira, dolor y melancolía, que reúne 37 obras de Nicolás Moreno en el Museo de Arte de Aguascalientes de esa entidad; y en los Salones Oficiales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, donde se muestra una selección de obra integrada por 32 grabados de paisajes, los cuales fueron realizados en técnicas como aguafuerte, aguatinta y punta seca.
Decenas de personas demostraron su admiración y cariño al pintor durante una ceremonia en la que participaron Teresa Vicencio Álvarez, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes; Elisa García Barragán, doctora en historia del arte e investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, del que fue directora de 1987 a 1990; Américo Sánchez, ex director del Museo Mural Diego Rivera y ahora curador independiente; Magdalena Zavala, coordinadora nacional de Artes Plásticas del INBA; y el escritor y poeta Carlos Pellicer López.
Al hablar sobre su trabajo creativo, Nicolás Moreno destacó los muchos años de esfuerzo para recorrer la República Mexicana y mostrar su trabajo a través de más de 100 exposiciones individuales. “Sin trucos ni exageraciones literarias o teatrales, quiero expresar mi angustia por lo dramático pero también mi deleite por lo lirico, lo que más me alegra y me duele, el amor y el dolor por el paisaje, que metafóricamente representa el amor y el dolor por el ser humano.
“Con los años ahora estoy más tranquilo, pero siempre anduve recorriendo la República Mexicana y era muy emocionante. Lo que sigo haciendo es producir pintura, sigo grabando, a veces con ayuda de mi hija y su esposo seguimos haciendo exposiciones”, indicó en entrevista el pintor a quién en diversas ocasiones se le ha mencionado como el legítimo heredero de la tradición paisajística de creadores como José María Velasco y el Dr. Atl.
“Nunca me sentí heredero de Velasco ni del Dr. Atl. Respeto, amo y disfruto mucho su pintura, pero nunca quise ser su seguidor. Lo único que podría haber heredado de ellos es el amor al paisaje, el amor a la naturaleza. Por lo demás, casi todos los artistas, suponiendo que lo soy, pretendemos hacer nuestro trabajo más original.
“La diferencia es la forma de mirar. Yo miro no sólo la lejanía sino aspectos como la destrucción, la pobreza, la miseria y la belleza. Yo no hago cuadros bonitos, hago pinturas que son interesantes o trascendentes, por lo menos para mí. Trato con mi pintura de mostrar las diferencias que nos da el mismo paisaje: la pobreza, la riqueza, el abandono, porque mi pintura tiene muchos aspectos, no me pongo a hacer un lugar bonito y ya, trato de expresar algo con eso”, expresó el pintor.
Durante el homenaje, Teresa Vicencio Álvarez, entregó un reconocimiento a la trayectoria de Nicolás Moreno como pintor, por su aportación a la plástica mexicana. Además, la directora del INBA celebró que alguien que ha sido tan profundamente local, haya sabido alcanzar un arte absolutamente universal. “Su especialización en el paisaje ha sido, sin proponérselo, la conversión de la propia obra del maestro en un embajador de nuestras tierras en muchas otras latitudes”.
El curador Américo Sánchez consideró que Nicolás Moreno no sólo es un apasionado de la pintura y el paisaje, sino que es una persona preocupada por el deterioro de la naturaleza. “Sin ser un ecologista como tal, sí se trata de un artista testimonial”.
Elisa García Barragán, quien es autora de un libro monográfico sobre Moreno y lo ha llamado el “pintor ontológico del paisaje de México”, aseguró que Nicolás Moreno recuperó en el siglo XX la gran tradición del paisaje mexicano.
“Él conlleva en su obra el proceso grandioso y descubridor en nuestra naturaleza, en una amplia y constante comunicación en la línea que él mismo se ha marcado: independiente, así lo hace ver. La sola elección, el sólo panorama que el artista prefiere, implica necesariamente una elección, una adecuación de su sentimiento, involucra el alma del pintor y posteriormente aprovechará de la naturaleza elementos sustantivos como árboles, montañas, luces, sombras, todo en el acuerdo íntimo y modificador de su retina”, dijo.
Finalmente, en un emotivo texto, Carlos Pellicer López dijo que hay que rendir homenaje a la fidelidad total que Nicolás Moreno ha mostrado al paisaje. “Nicolás ha sido mi maestro de paisaje desde hace más de 45 años. Él me ha enseñado a mirar, a saber mirar el mundo que nos rodea: el mar, la tierra y el cielo. No es poca cosa.
“La fidelidad del pintor a la naturaleza es sólo comparable a la del buen agricultor. Con esa sabia paciencia, con esa apasionada entrega, Nicolás se ha vuelto un árbol más en el huerto, en la llanura o en la serranía”, concluyó.