"Incendios", una puesta que desentraña los mecanismos de la injusticia y la violencia

  • Artes escénicas
Información: JLB
Comunicado No. 1185/2010
03 de agosto de 2010

***La obra forma parte de la tetralogía escrita recientemente por el escritor libanés, radicado en Canadá, Wajdi Mouawad

***El montaje se estrena en el Teatro El Granero del Centro Cultural del Bosque de INBA-Conaculta

Somos casas con infinitas habitaciones, pasillos, corredores sombríos que dan a escaleras que suben y bajan. Hay infinitos dédalos que conducen a ascensores que dan a sótanos, mundos insospechados, llenos de ira, de furia, de sensualidad, de sexualidad, de fluidos, de entorpecimientos, de balbuceos. Así define así su dramaturgia el escritor libanés Wajdi Mouawad, autor de Incendios, pieza que se estrena en el Teatro El Granero Xavier Rojas.

        El director de la puesta en escena, Hugo Arrevillaga, explicó que la obra de Mouawad, forma parte de una tetralogía, de la que en México ya ha montado Litoral, y ahora estrenamos Incendios. Para junio de 2011, pensamos montar la tercera parte titulada Bosques. La cuarta pieza, dada a conocer hace un par de años se llama Cielos.

        Mouawad nació en Beirut, Líbano, en 1968. Presenció la guerra civil libanesa y, cuando tenía ocho años, sus padres emigraron a París. Después de seis años en Francia, una nueva partida, esta vez a Québec, Canadá.  En 1991 se tituló en la Escuela Nacional de Teatro de Canadá. En 2002, el gobierno de Francia le impuso la Orden de Artes y Letras por la valía de su obra.

        El dramaturgo, el nuevo niño terrible de la dramaturgia francófona, fue la estrella en el reciente festival de Aviñón, donde se presentaron las primeras tres piezas de su tetralogía, en una función corrida que duró 11 horas con actores franceses y canadienses.

        En Incendios participan las actrices Karina Gidi, Alejandra Chacón y Concepción Márquez, y los actores Pedro Mira, Jorge León, Guillermo Villegas y Javier Oliván, éste último becario del Fonca-Conaculta, en el programa de Creadores escénicos.

        Mención aparte merece la escenografía de Auda Caraza y Atenea Chávez que, a partir de una mesa alargada que se van seccionando según las necesidades de la obra, se convierte en un elemento unificador y con insospechadas transformaciones. Algo cercano al pensamiento del autor, que piensa que la vida de las personas está seccionadas en cuartos, algunos secretos e inaccesibles para los demás.

        Incendios presenta el conflicto de los hermanos gemelos Julia y Simón que asisten a la lectura del testamento de su madre. Ahí se enteran que su padre, al que pensaban  muerto, vive y que tienen un hermano mayor al que no conocen.

        La última voluntad de su madre, una emigrante de alguna aldea de Medio Oriente que se negó a hablar los últimos cinco años de su vida, es que deben buscar a su padre y a su hermano, y entregarles en mano una carta.

        Es así que los gemelos se embarcan en una odisea que los llevará de un lado a otro del mundo, viajando del presente al pasado, para desentrañar los secretos de su madre, una persona totalmente diferente a la que ellos creían conocer.

        Incendios guarda una arquitectura variable, que va descubriendo, por etapas, segmentos de información sobre la vida de los personajes. La historia es en realidad la dura vida de Nawal, la madre que creció en una aldea cerrada, expuesta a los prejuicios y a la violencia. De ahí que su vida sea una permanente huída y una rebeldía contra los prejuicios, la ignorancia, la vida cerrada de la aldea, la violencia y la incomprensión de los extraños.

        El director, al contar la vida de Nawal, a través de los progresivos “descubrimientos” de sus hijos: una maestra de matemáticas y un boxeador fracasado ––europeos escindidos y en permanente conflicto con su identidad––, va contando los conflictos de todo un pueblo: el racismo, la intolerancia, la violencia fratricida y de unos pueblos en contra de otros por el hecho de ser diferentes, de hablar otra lengua, de tener otro color de piel.

        Wajdi Mouawad piensa el teatro como “una obra de arte: vista como un fuego que obliga al inquilino que hay en mí a darse a conocer, a revelar su identidad a la casa que soy… La obra de arte como un gesto de guerrero que libra en mí un combate en el que soy a la vez el terreno, el enemigo, el arma y el combatiente. Entrar a esta guerra para una guerra interior”.

        Puestas así las premisas de Incendios (y de toda su producción en general) el montaje de Hugo Arrevillaga no puede ser complaciente, su puesta es perturbadora y, en algunos momentos, la violencia verbal de los actores sube a niveles casi intolerables. Algunos espectadores se muestran incómodos, ninguno permanece indiferente.

        La obra Incendios, de Wajdi Mouawad, bajo la dirección de Hugo Arrevillaga, permanecerá en temporada hasta el 22 de agosto, en el Teatro El Granero Xavier Rojas, del Centro Cultural del Bosque, Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n.