Segundo informe de labores 2019-2020
Durante la actual administración, la Secretaría de Cultura no solo ha garantizado el derecho a la cultura para todas y todos los mexicanos, sino que ha ampliado el concepto de cultura que se manejaba de manera tradicional desde las políticas públicas, para hacerlo más equitativo, inclusivo, participativo y libre, al reconocer en su plenitud las culturas que nos conforman y nos dan identidad, y tomando en cuenta la creación colectiva y no únicamente la individual. Esta es la meta por la que se ha trabajado, en constante apego y seguimiento a los principios rectores del Gobierno de México, que ha decidido no dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera, con el fomento de una verdadera cultura de transparencia, así como con la erradicación de toda corrupción, sin simulaciones y en estricto apego a la legalidad.
Se han reivindicado las culturas de México, donde las comunidades dialogan con el mundo y consolidan su identidad gracias a la revaloración, promoción y difusión de sus tradiciones y costumbres. Antes se concebía una sola forma de promover la cultura, que excluía las manifestaciones culturales diversas de México, nuestra mayor riqueza. Ahora las herramientas y espacios de creación artística tienen la oportunidad tanto de ser parte de una vida cultural más vasta, como de ser reconocidos y aprovechados como nunca se había hecho en un programa de cultura. Ha desaparecido esa división odiosa entre “alta cultura” y “cultura popular”, pues hoy se comprende que una siempre ha abrevado de la otra. La revolución de la cultura en México ya comenzó, en los pueblos, en aquellas comunidades que fueron marginadas en el periodo neoliberal; prueba de ello es que las comunidades indígenas se encuentran por primera vez en el centro de las políticas gubernamentales. Hoy, del mismo modo en que Carlos Chávez destacó nuestras herencias originarias en una de sus obras maestras, “La sinfonía india”, el canto fundacional “Viento alegre” de los seris, y este fue tocado en todas las salas del mundo, esta renovada visión de cultura será un legado único.
Así, a través de medidas transversales, programas específicos y acciones concretas, se brinda atención especial a los pueblos indígenas; a las comunidades alejadas de los grandes centros urbanos; a los municipios marginados por el rezago económico y social; a las zonas con altos índices de violencia; a quienes por su origen, lengua o circunstancias de vulnerabilidad han sido hechos a un lado. Porque no puede haber paz sin justicia y no se puede hablar de trato igualitario entre desiguales, la cultura debe ser un bien cuyo conocimiento, práctica y disfrute se encuentre al alcance de todas y todos.