Aline Pettersson publicará tres nuevos libros
Comunicado No. 684/2010
10 de mayo de 2010
***La escritora habló en entrevista con el Conaculta en ocasión de su aniversario, que se cumple este martes 11 de mayo
***La narrativa de la autora de Las muertes de Natalia Bauer aborda temas como la soledad, el desamor, la incomunicación y el paso del tiempo
Aline Pettersson (Ciudad de México, 1938) es una notable escritora mexicana que ha hecho su carrera al margen de grupos o corrientes. Sus novelas tratan de temas como la soledad, el desamor, la incomunicación y el paso del tiempo que todo lo arrasa. Sus personajes, dice, “no son heroicos sino seres comunes y corrientes”, no obstante, muestran “los abismos que llevamos dentro, los pliegues que tiene el alma humana”.
Ganadora de varios premios internacionales, entre ellos el prestigiado “Gabriela Mistral” que concede la Editorial Côte-femmes de París y la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Pettersson, que este 11 de mayo cumple 72 años, otorgó entrevista al Conaculta para hablar de sus lecturas de infancia, sus influencias literarias, sus obsesiones y proyectos.
La escritora, que ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca-Conaculta, anuncia la inminente publicación de tres libros, a saber, un libro de poesía “que podría titularse: Ya era tarde, ¿lo era?; una novela con un personaje femenino, Leonora, hecha de cuentos, y otra novela con un personaje central masculino, A la intemperie, que trata sobre la vejez”.
Autora de una vasta obra que incluye novela (Sombra ella misma y La noche de las hormigas), cuento (Más allá de la mirada), poesía (Estancias del tiempo y Carta a mi madre) y títulos para niños (Las batallas de Andrés, Renata y su gato, y El papalote y el nopal), Pettersson ha conseguido un lugar destacado en el panorama de las letras nacionales; Conaculta ha publicado de esta autora Clara y el cangrejo (colección La Tortuga Veloz, 1990).
Primeras lecturas
“Comencé leyendo, a los siete u ocho años a un autor brasileño que ahora nadie lee, se llamaba (José Bento) Monteiro Lobato, que tenía una serie de libros sobre una niña y un niño que vivían en la orilla de la selva. Recuerdo que mi papá era muy dispendioso y mi mamá mucho más cuidadosa con los gastos; entonces mi papá llegaba con cara de travesura y yo sabía que me había comprado cinco o seis libros. A mis padres les gustaba leer y me rodearon de libros”, señala.
Después vino Mark Twain, del que se bebió Las aventuras de Tom Sawyer; de ahí pasó a Charles Dickens y leyó David Copperfield y Oliver Twist. Luego vino Salgari, “que me encantó, leí sus libros de piratas. Acabo de publicar Los tesoros del mar, que tiene como protagonistas a dos niños, donde yo recupero mi amor por Salgari. Por cierto, mis hijos guardan todos mis libros infantiles”.
A los 13 años, recuerda, “mi abuela me regaló un libro de Sor Juana, y a través de su poesía descubrí el amor, sentí que el amor era algo fantástico, aunque no tuviera un niño a quien dedicarle realmente este sentimiento amoroso. Así, con la torpeza de mis 13 años, traté de imitarla y escribí algunos versos para un muchachito ideal”.
Escritora profesional
Aline Pettersson asegura que desde niña nunca ha dejado de escribir, “para mí es como respirar, es una manera de vivir, es algo que ha estado conmigo en las buenas y las malas”, sin embargo, afirma que quiso “estudiar medicina, pero no me fue posible, me casé muy joven, tuve tres hijos, y seguí escribiendo sin pensar en la escritura como una profesión”.
Aunque no se inscribió formalmente, empezó a tomar cursos de manera informal en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM: “Tuve la ventaja de poder escoger a los maestros con los que quería estar. Nunca recibí un rechazo, me hacía amiga de los alumnos y de los maestros”. A la postre, terminó sus estudios de letras en el sistema abierto.
Publicó su primera novela, Círculos, en 1977, pero asegura que la empezó a escribir “a finales de los años sesenta”. En aquel entonces, este texto recibió el apoyo del escritor Salvador Elizondo, quien leyó el manuscrito de la novela “y luego me escribió una carta muy generosa, de la cual se publicaron unos fragmentos en la primera edición. Fue muy importante en mi vida literaria”.
El conflicto interior
Una de las técnicas favoritas de Aline Pettersson es el llamado monólogo interior, que le permite al lector conocer los pensamientos, a veces absurdos o desbocados, de los protagonistas de sus cuentos y novelas. Aunque la narradora lo niega, la mayoría de sus personajes son mujeres, algunas viven en soledad, pero también son estudiantes universitarias, mujeres maduras o ancianas.
“¿Soledad?”, reflexiona y dice: “Quizá porque yo pienso que la soledad es una constante de los seres humanos, hay momentos en que parece que ésta no existe, momentos privilegiados en la vida de pareja o de amistad; que parece que se cancelan esas fronteras que hay entre un ser humano y otro, pero yo creo que la mayoría del tiempo las personas tienen esta sensación de soledad”.
Influida por escritores como Virginia Woolf o Marcel Proust, Pettersson ha logrado que las reflexiones en las que se sumergen sus personajes sean también una manera de dilatar el tiempo. Así, comenta, “lo que me ha interesado es profundizar en los sentimientos y pensamientos y la manera de tomar la vida de personajes simples. Al usar el monólogo interior, intento explorar el tiempo imaginario, no el tiempo exacto de los relojes sino el que está en nuestra cabeza. Esto va más allá de la literatura, pues hay momentos en el que el tiempo se nos va rapidísimo o sentimos que no pasa el tiempo; sobre todo cuando hay duelo o desamor éste se paraliza”.
–En diversos artículos, usted ha pronunciado críticas sobre la situación que atraviesa México, porque señala “para mí es importante no quedarme callada…”
–Siempre he expresado mi descontento por la situación de la educación en México, que es producto de otro de nuestros grandes problemas: la corrupción. Pero, últimamente, no he publicado nada porque digo: “¿De qué escribo, si todo está tan mal?” No porque no tenga qué decir, porque mentalmente escribo críticas todos los días. No sé que pueda aportar mi voz ante un clamor de descontento tan generalizado por gente más experta que yo.
Así, la autora de la novela Querida familia, refiere en su autobiografía: “Si escribo tengo que pensar en por qué lo hago, y no es que no encuentre una respuesta coherente: escribo porque si no lo hago no vivo… escribir hace las veces de una generosa cura de sanguijuelas, que pacifica la sangre y calma la turbulencia.”
Testimonios
El editor Huberto Batis recordó que conoció a Pettersson a principio de los años ochenta, “había publicado una novela con apoyo de Salvador Elizondo; leí sus primeros relatos y me parecieron tremendos, con temas muy duros, de soledad, de desamor… Nada que se pudiera adivinar en su rostro imperturbable”.
Batis añade que “fue una colaboradora asidua de Sábado (suplemento del diario Unomásuno); venía a la redacción y se sentaba frente a mí con su cara de estatua; creo que es así por su ascendencia sueca; en fin, que no se podía saber qué estaba pasando dentro de su cabeza, atormentada por mil demonios, pero escribía muy bien. La traté poco, supe que estuvo casada con un hombre muy rico; luego decidió salirse de esa vida y se puso a escribir profesionalmente”.
Alberto Chimal, quien fue su alumno en la Escuela de Escritores de Sogem, sostiene que Pettersson “siempre tiene una observación iluminadora, una referencia precisa, una respuesta, enunciada en términos claros y a la vez profundos, para todas las preguntas de sus alumnos”.
Chimal, quien participó en el homenaje que el INBA-Conaculta le rindió a la escritora en 2008, recordó que la autora de Las muertes de Natalia Bauer “es una persona que sabe, y en la que se puede confiar. Sólo hasta después, hasta mucho después, nos damos cuenta de lo preciosa, de lo inusual que será esa confianza en nuestros tratos con el mundo y con los textos”.
La condición femenina
Sobre la escritura de Aline Pettersson, la investigadora Paola Madrid Moctezuma, de la Universidad de Alicante, España, destaca que “para ella, la escritura debe ser una actividad reflexiva, que dé cuenta de la condición humana; afirma, además, que le parece empobrecedor calificar a una literatura como femenina por el hecho de estar escrita por una mujer; sin embargo, se preocupa por la condición femenina y la explora en su obra”.
En el texto autobiográfico, De cuerpo entero (UNAM-Corunda, 1990), la propia autora escribió al respecto: “Siempre me he opuesto a la escisión de la escritura. Para mí, de aceptarla, tendría que aceptar a la femenina como gineceo. Sí, es difícil, las mujeres tenemos tantos siglos en nuestra contra, y para llegar a un sitio paralelo hace falta de un esfuerzo grande. Pero querer dividir escritores y lectores por cuestiones de género, no puedo aceptarlo”.
“Aline Pettersson ha sido una escritora silenciosa y solitaria que ha hecho su caminito sola, alejada de la promoción y la publicidad”, escribe la también narradora Silvia Molina, en su libro Encuentros y reflexiones (UNAM, 1998).
Añade que “sus narraciones están construidas principalmente como monólogos interiores de variado punto de vista. Le interesa la introspección, la intimidad, la reflexión sobre la vida y la muerte, sobre la soledad y la frustración”.
Elena Bernal, el personaje que monologa en Los colores ocultos (1986) parece preguntarse “qué es la vida y porqué es así. Pareciera contestar que la vida es una sucesión de imposibilidades que la van encadenando, que está hecha de desencuentros”, consigna Molina.
La protagonista de Sombra ella misma (México, 1986-París, 1998), Adelina Pardo, así se describe: “Al nacer me metieron en la rigidez de un molde, allí crecí sin poder dar otros pasos, no tengo fuerzas para destruir la cárcel, para patearla con toda el alma y salir huyendo hasta encontrar esa semilla mía que murió al nacer o que quizá no murió, pero que vive precariamente, escondiéndose del Sol.”
“Adelina, quien pasa revista a lo que ha sido su existencia y lo que la ha marcado, se da cuenta de cómo, a lo largo de la vida ha sido despojada, y cómo la monotonía y la soledad han ido consumiéndola” asegura la autora de La mañana debe seguir gris.
La doctora Luz Aurora Pimentel, investigadora emérita de la UNAM, y autora del prólogo de Aline Pettersson. Obras reunidas (Alfaguara, 2008) escribió: “Maestra de la voz del silencio, Aline multiplica los recursos narrativos que le dan forma a esa vida interior, la vida de la conciencia que retrata la realidad y la modifica para construirse su propio mundo; que la incorpora en voces de otros para hacerla suya. Ella misma, en una suerte de confesión autobiográfica, describe este rasgo tan característico de toda su obra”.
Pettersson fue becaria del Centro Mexicano de Escritores. Ha sido colaboradora en importantes diarios como El Universal y La Jornada, así como en las revistas de Bellas Artes, de la Universidad Nacional y Diálogos. Trabajó en Publicaciones de la SEP y del Conacyt. Ha sido invitada al extranjero para escribir una novela. Su libro para niños El papalote y el nopal, recibió premios en la Feria Internacional del Libro de Caracas (1986) y la Feria del Libro en Japón (1987).