Carlos Pellicer, el poeta explosivo, telúrico, solar, amante rendido de la naturaleza, a 33 años de su fallecimiento

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Información: JLB
Comunicado No. 250/2010
16 de febrero de 2010

***Su sobrino, Carlos Pellicer López, anuncia la publicación de sus Cartas desde Tierra Santa, y la traducción de antologías al alemán y portugués

***Faltaría una antología en inglés, la publicación de su prosa completa, además de difundir su aporte a la museografía nacional, señala du descendiente


“Sí: yo soy un tradicionalista, pero no estático sino dinámico. Ahora están de moda el ‘cerebralismo’ y los semiversos con cara de hambre. Yo soy lo contrario: la sensualidad, el ritmo y la riqueza”, escribía el poeta Carlos Pellicer a su hermano menor Juan, desde Roma en 1928. Se encontraba en plenitud, había cumplido los 30 y se sentía “ágil y fuerte”, viviendo aún la primavera gigantesca de su juventud y a punto de publicar su libro Camino, quinta entrega de una década pródiga.

Hoy que se cumplen 33 años de su fallecimiento, acaecido el 16 de febrero de 1977, recordamos al escritor, poeta, museólogo y político mexicano Carlos Pellicer Cámara, nacido en San Juan Bautista, hoy Villahermosa, Tabasco, en 1897.

Es ocasión propicia para hacer un recuento del avance que ha tenido la difusión de su obra en la última década y de proyectos editoriales que están a punto de cuajar, por lo que Conaculta conversó en entrevista con su sobrino, Carlos Pellicer López (DF, 1948), artista plástico ilustrador y escritor, heredero del valioso archivo del poeta tabasqueño, ahora bajo custodia de la Biblioteca Nacional de México.

     Sobre la difusión de la obra de Pellicer hay buenas noticias —comentó Pellicer López—, recientemente se han publicado antologías de su poesía en alemán (en una edición suiza) y en portugués (en Recife, Brasil). Aunque siguen faltando antologías en francés e inglés, lo que es lamentable. El Fondo de Cultura Económica (FCE) probablemente publique una antología en inglés.

     Agregó que, en breve, verán la luz las cartas de Pellicer desde Tierra Santa, edición cuidada por Vicente Quirarte y Serge Zaïtzeff, uno de los mayores especialistas en el legado pelliceriano y a quien se debe el rescate de los epistolarios de Gabriela Mistral a Carlos Pellicer, y de José Vasconcelos a Pellicer y Mistral, entre otros. Dichas cartas serán publicadas por la UNAM y Ediciones El Equilibrista.

     Pellicer López comentó que el “desastre editorial” —como llamó Gabriel Zaid a la publicación de la obra pelliceriana—, se debió en gran parte al carácter de su tío: “Nunca hizo autopromoción, ni anduvo ofreciendo su obra para traducciones. De hecho, sus libros se publicaron en tirajes muy bajos, de 300 a mil ejemplares como máximo. En vida fue un autor para escritores y académicos, leído por un grupo selecto de amantes de la poesía, nada más”.

     El propio poeta decía sobre su quehacer: “Yo escribo para mi placer personal. Jamás me he ocupado de la gente. No me importa la gente. Es mi único egoísmo. Yo mismo soy mi público, y la gloria y la popularidad me tienen sin cuidado”.

     Pellicer fue un poeta explosivo, telúrico, solar, amante rendido de la naturaleza. También profundamente religioso y frugal, admiraba a San Francisco de Asís y a Sor Juana Inés de la Cruz; también antiyanqui y antifascista, apóstol de Bolívar, Martí y Vasconcelos. En algún poema escribió: “Líbranos de la ciencia/ en manos de déspotas y de millonarios”; en otro lado clamó: “Te necesito en esta hora/ en que mi lengua cristiana/ pregunta a los ricos por tanta miseria”. Perteneció a una estirpe que aunaba la palabra a la acción.

     Su sinceridad, tanto en el terreno político como en el literario, le acarreó no pocas enemistades. Emparentado generacionalmente a Los Contemporáneos (Gorostiza, Villaurrutia, Cuesta, Novo), Pellicer no se afilió del todo a sus postulados estéticos, que eran más bien introspectivos, oraculares y vanguardistas.

     Admirador confeso de Salvador Díaz Mirón, Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío, Pellicer trae nuevo vigor al Modernismo y, no sin roces con el “Grupo sin Grupo”, inaugura su propia vía extrovertida, jocosa, incontinente como un volcán en erupción: “Nada o casi nada le debo a las ‘novedades’ literarias europeas… Las vocales me bastan para poner en acción toda una máquina de ritmo. A veces a los adjetivos los convierto en sustantivos. Mi construcción no es siempre correcta. Yo lo sé. Pero siempre es poética”, explicaba su credo a Juan Pellicer en 1928.

     En su Antología Mínima (FCE) Gabriel Zaid lo define: “Le puso casa a la alegría en la poesía mexicana, y eso no lo había hecho ningún poeta de nuestra tierra; es nuestro primer poeta realmente moderno. Nuestro Huidobro”.

     Entre los pendientes
     
     Pellicer López menciona la prosa completa de Pellicer (ya vieron la luz sus textos sobre arte), donde hay literatura, discursos políticos, textos sobre aviación, arqueología, museografía, etc. En este terreno, la editorial Cal y Arena, acaba de publicar el año pasado en su colección Los Imprescindibles, una antología del autor de Hora de junio, donde además se incluyen algunas prosas, seleccionada por Alberto Enríquez Perea.

     También en el Fondo de Cultura Económica es posible hallar, en volúmenes independientes, casi todos los poemarios (11) de Pellicer; además de una Antología breve y Un paisaje hecho poema (que reúne poemas inspirados en la naturaleza). Además de Obras: Poesía (Colección Letras Mexicanas), que contiene casi la totalidad de los poemas del tabasqueño. Así como Cartas desde Italia (Colección Tezontle), que además del epistolario contiene 113 fotografías.

     Pellicer López opina que no estaría de más reeditar la edición de Poesía Completa, en tres tomos publicada en 1997 por la UNAM, Conaculta y El Equilibrista, con motivo del centenario natal del poeta, que ahora ya está agotada.

     En el terreno de las cartas, faltaría cruzar la correspondencia que sostuvo con Alfonso Reyes o bien con artistas como Roberto Montenegro, Diego Rivera o Gerardo Murillo, el Dr. Atl.

     Haría faltar revalorar su papel como museógrafo —opina Pellicer López—, pues fue un precursor. “Ahora que el Museo de Arte Moderno está haciendo una muestra de Fernando Gamboa, no se menciona a Carlos Pellicer para nada, siendo que don Fernando se hizo museógrafo gracias a mi tío”.

     Agregó que bien “se podría hacer una exposición con sus aportes a la museografía, su coleccionismo de arte prehispánico y arte moderno. Porque, cuando trabajó en Bellas Artes, contribuyó a la promoción de artistas como José María Velasco, Joaquín Clausell, José Guadalupe Posada, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, etcétera; Muestra que incluya sus libros, cartas, fotografías, documentos”.

     Como museógrafo, Carlos Pellicer organizó siete recintos: Museo de Tabasco (1952); Museo de Antropología de Hermosillo (1956), Casa Museo Frida Kahlo (1958); Museo Parque de La Venta (1958), Museo del Anahuacalli de Diego Rivera (1964), Museo Arqueológico de Tepoztlán (1965) y Museo Regional de Arqueología Carlos Pellicer Cámara (1974).

     En este campo, como en la lírica, le gustaba trabajar a su aire: “...cuando hago un museo y los he hecho siempre solo; todos los errores son míos, y si hay aciertos también son míos... Para mí hombre confundido con la tierra, las palabras son demasiado volátiles: se me escapan de las manos. En la organización de museos es donde me encuentro con menos obstáculos, con mayor posibilidad de ejercer, de establecer el orden”.

     Los dos museos de Pellicer en Tabasco han corrido con suerte diversa: Después de un ataque de vándalos, el Parque Museo La Venta ya fue restaurado y vuelto a inaugurar este año, sin embargo, el moderno edificio que alberga el Museo Arqueológico que lleva su nombre en Villahermosa, fue dañado gravemente por las inundaciones de 2007.

     El autor de Hora y 20 describió al Parque Museo La Venta como “un poema de siete hectáreas con versos milenarios y encuadernado en misterio. Naturalmente a orillas de un lago con algunos errores llamados cocodrilos”.

     Bajo custodia de la BNM

     Finalmente, Pellicer López explicó las razones por las que donó el archivo de su tío a la Biblioteca Nacional de México, que estima en más de 60 mil documentos (cartas, escritos, publicaciones, libros) y 5 mil fotografías: “En la casa de mi tío ya no había un solo espacio dónde guardar. Además él, almacenaba todo, apuntes, cartas, dibujos, fotos, esbozos de poemas, pero de manera desordenada. Así que cuando pasó a mis manos, muchos años me puse a ordenarlo. Sobra decir que este trabajo lo realicé sin ninguna remuneración pública o privada”.

     Añadió que “hace cinco años lo doné a la Biblioteca Nacional de México (BNM), precisamente para que esté al alcance de los especialistas. Además, quise garantizar que, cuando yo ya no esté, el legado de Pellicer no salga del país como ha sucedido, desgraciadamente, con muchos otros archivos. Actualmente, ya se han digitalizado 60 mil documentos, lo que es una maravilla”.

     Agregó que la biblioteca de Pellicer “la doné a la Biblioteca del Colegio de México, donde cuidan muy bien los volúmenes, incluso les han puesto un ex libris, para que se sepa que ese libro perteneció a mi tío”.

     El reconocimiento de sus pares
     
     Sobre su quehacer, el autor de Reincidencias plasmó: Yo era un gran árbol tropical./ En mi cabeza tuve pájaros;/ sobre mis piernas un jaguar. Octavio Paz reconoció en Pellicer al “Gran poeta”, porque “nos enseñó a mirar el mundo con otros ojos y al hacerlo modificó la poesía mexicana”.

     El reconocimiento de la valía de la obra de Pellicer, quedó consignada en nota de la antología Poesía en movimiento. México, 1915-1966, editada por Octavio Paz, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, (Siglo XXI, México): “Pellicer redescubrió la hermosura del mundo: el sol que arde sobre los ríos vegetales del trópico, el mar que a cada instante llega por vez primera a la playa. Sus palabras quieren reordenar la creación. Y en ese trópico entrañable los elementos se concilian: la tierra, el aire, el agua, el fuego le permiten mirar en carne viva la belleza de Dios”.

     Por su parte, José Juan Tablada, que conoció a Pellicer en sus años mozos, lo describió así: “Ve lo que nadie ve, oculto tras lo evidente como la pulpa de la fruta bajo la cáscara: don de poeta”.

     Encuentro poético

     Por estos días, en su tierra natal, se realiza el VI Encuentro Iberoamericano de Poesía “Carlos Pellicer Cámara”, con la participación de 70 escritores, de 10 países. Este año se recordará a los poetas José Lezama Lima y Miguel Hernández, en sus centenarios de nacimiento.