La solución del problema agrario no era solamente un asunto de tierra. Hacía falta también resolver el problema del agua, recurso indispensable para la agricultura del que muchas comunidades campesinas habían sido despojadas durante la etapa colonial y bajo la dictadura porfirista. Por ello el ingeniero Pastor Rouaix, decidió reorganizar una parte de la Secretaría de Fomento, para atender los temas relacionados con las aguas concesionadas y las obras de irrigación. Se crearon dos nuevas secciones dentro del Departamento de Aguas. Al frente de dichas oficinas quedaron los ingenieros Porfirio Ruiz y Jesús Oropeza, respectivamente. Con estas medidas se buscaba ser más eficientes en el sector agropecuario e impulsar la producción agrícola.

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