Después de la toma de Tlaltizapán por el ejército constitucionalista, donde se había atrincherado Emiliano Zapata, las tropas surianas tuvieron que refugiarse en la sierra de Puebla. Los víveres escaseaban, la situación de la población era cada vez más precaria. El gobernador y comandante militar de Morelos, el general Pablo González, confiaba en acabar con la resistencia zapatista y que varios de sus líderes se estaban amnistiando. La lucha de los zapatistas continuó hasta que asesinaron a Emiliano Zapata, el 10 de abril de 1919.

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